Culla

El Casco Antilguo de Culla fue declarado Bien de Interés Cultural el año 2004.

Culla, municipio situado en la comarca del Alto Maestrazgo a 1.100m sobre el nivel del mar, remonta sus orígenes a épocas prehistóricas, prueba de ello son los restos arqueológicos encontrados alrededor de la “Font de La Carrasca”, y en la “Roca del Corb”, así como las pinturas rupestres del “Barranc de santa Maria” y “Covarxa” o los restos del poblado íbero del Castellar.

Hasta la Edad Media se carece de datos históricos sobre el municipio de Culla, siendo incierta la época de dominación romana. Fue dominio musulmán hasta principios del siglo XIII, pasando de manera definitiva a manos cristianas en 1233, tras ser reconquistada por D. Blasco de Alagón.

Culla recibió la Carta de Población, en 1244, de manos de Guillem d’Anglesola y su mujer Constanza de Alagón.

El Castillo de Culla jugaba en aquella época un importante papel estratégico por su situación y por lo amplio de su territorio.

En 1303, Guillem d’Anglesola, nieto de Blasco de Alagón, vende Culla y todos los dominios a la Orden del Temple por la cantidad de 500.000 sueldos. En 1307 es extinguida esta orden por mandamiento Papal, pasando a depender desde 1317 de la orden de Santa Maria de Montesa. Es de destacar en ésta época el nacimiento en 1345 de La Setena de Culla o “Comunitat d’Herbatge” que estaba constituida por: Culla, Atzeneta, Vistabella, Benassal, La Torre d’En Besora, Benafigos y Vilar de Canes. Esta agrupación de municipios compró los derechos de explotación de los recursos pecuarios y forestales a la Orden de Montesa para de esta forma defender con más fuerza sus intereses ganaderos comunes.

El funcionamiento de La Setena de Culla perduró hasta mitad del siglo XIX. Hasta el siglo XVIII, no hay acontecimientos históricos de especial relevancia, fuera de perdida de influencia política y administrativa que paulatinamente va sufriendo el Castillo de Culla.

En el siglo XVIII se produce una fuerte transformación urbanística de Culla, con la construcción de la Iglesia, la ermita de “Sant Cristòfol”, acompañando las obras de mejora y ampliación del casco urbano.

En el siglo XIX, fruto de las guerras carlistas de los siete años, el Castillo de Culla fue destruido y arrasado quedando básicamente la imagen actual de la localidad.